El Oportunismo
Sabe bien, excúseme la confianza y la certeza, que 1977 fue un año decisivo y clausurante, y que todo lo venidero posteriormente no son más que argumentos sin proeza y acaso medio siglo luego sea recuerdo y eso (1). Pues como alguna vez le dije, la poesía dejó de cobijar oficios exclusivos y ampara más bien el celo de la mediocridad, digno ejercicio de juveniles poses y suélte ya el recetario de la postmodernidad, no sea goloso, comparta. Todos secos y estirando estos dedos procuramos saborear el secreto de vuestra genialidad, impertinente y malditísimo poeta de largo cabello. El éxito es vuestra virilidad, sin duda un aplauso lo nutre, y muchos lo sumen en la euforia. Una risa lo alegra, y muchas lo excitan. Por eso, siguiendo la antiquísima composición de la armonía, es que cita usted, en constante admiración, para guardar el equilibrio que la poesía le ofrece, cita usted el exceso. Pero si Bukowski viviera y le escuchara, seguro le metería un lapo y se comería a su hermana. Por huevón. Como le dije, 1977 trazó una línea, incruzable (no le guardo esperanza, amigo, amiga). Sin embargo, puedo equivocarme, y la oportunidad, si acaso llega, le ofrezca un nuevo camino donde las palabras no le resuenen con esa facilidad y clarividencia que guarda usted por virtudes. Dios le prometa la gloria del silencio y el anonimato. Todo llega por una razón, y en su preciso momento. Sepa usted agradecer.
1: Remilgos y quejas.
1: Remilgos y quejas.
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